aprende con penelope
Primera Guia manual del Morbo.
Exclusivo para mujeres
de Woman Penelope
La autora española, experta en bienestar senior, en su último libro, “La auténtica sensualidad comienza a los 50”, califica a esta edad media de la vida como “la edad de los sentidos despiertos”.
Laura Martin Sanjuan
“La vida es mucho más breve de lo que creíamos. Cada caricia, cada risa, cada abrazo, cada día y cada hora son un tesoro que no podemos desperdiciar”, afirma la autora Carmen Núñez Cuenca, quien en su libro “La auténtica sensualidad comienza a los 50”, califica a esta edad media de la vida como “la edad de los sentidos despiertos” y nos permite adentrarnos en un mundo que a muchos les parecerá lejano, pero está más cerca de lo que parece, y al que, si tenemos suerte, llegaremos todos.
Un momento en que uno se da cuenta de que no hay tiempo que perder, que lo que no hagas, des, disfrutes, no vuelve. Pero tiene la autora claro que sólo “si queremos, nos dejamos y nos lo proponemos”, porque si uno no está abierto a sorprenderse, a dejarse llevar, a conectar, nada funciona.
Recuerda la autora como quererse como uno quiera, operado o sin operar, con arrugas o sin ellas, con canas o sin ellas, es parte de un proceso, parte de su historia, que no hay que esconder, como las cicatrices. “La menopausia, lejos de ser un final, ha marcado un nuevo capítulo en mi historia, una etapa de transformación y renacimiento”, una situación que muchas mujeres experimentan y cada vez cuentan más.
Recuerda cómo los científicos señalan en sus investigaciones que sentirse bien es un maravilloso elixir que alarga la vida, produce salud y conduce a la perdurabilidad. “Aprovecharlo aumenta nuestra esperanza de vida”. La edad no tiene por qué ser un límite, sino una oportunidad que este siglo nos ofrece, como nunca había pasado en la historia del homo sapiens, ya que una persona de 65 años tiene hoy en día la posibilidad real de vivir 30 años más a poco que nos cuidemos y tengamos algo de suerte.
La autora destaca como según la vida llega, se ofrecen nuevas oportunidades para reinventarse y descubrir nuevas formas de disfrutar la vida, crear, amar y sentir, lo que hace referencia directa a la nueva longevidad, una nueva etapa llena de posibilidades, que el gerontólogo argentino Diego Barandini sitúa junto con la “segunda mitad”, el cambio de paradigma de lo que implica hacerse mayor, no es vivir más años sin rumbo y sin motivo, sino con un nuevo propósito de la percepción de la vejez:
-de envejecer a vivir
-de retirarse a reinventarse
-de ancianos a experimentados
-de decrépitos y feos a sexis, atractivos y con glamour
A nivel mundial, entre 2015 y 2030, la población de 60 años y más se elevará de 900 millones a las de 1.400 millones de personas, un incremento del 64% en 15 años, siendo el grupo etario que más crece.
Destaca la autora una pregunta importante, ¿qué es la belleza cuando ya no se es tan joven? La aceptación, valoración y celebración de la vida en todas sus etapas. Y a ello se suma la historia de cada uno, su personalidad, su manera de vivir; y es que la belleza ahora no sé define por un canon único, sino que es manifiesta a través de lo vivido y aprendido.
La auténtica normalidad es un calidoscopio.
Y en esta situación Núñez Cuenca destaca la singularidad de su nariz comparando todo el potencial con cómo “cada signo de envejecimiento es testimonio de una vida plena y de las lecciones aprendidas a lo largo del camino”. Esa marca en la piel, esas pecas, esa cicatriz, esa operación que ha podido marcar la vida de cada persona y que hace que cada año sea una afirmación de lo que se supera y se es. “Las historias que nuestras vidas cuentan a través de nuestro aspecto”.
Y es que “la belleza en la vejez no es una ausencia, sino una presencia rica en historias y experiencias”. Una manera de mostrar la vida que se ha llevado y ha dejado su huella en nuestro cuerpo.
Una historia de vida que nos hace únicos y especiales.
Tal y como comparte la autora en el capítulo 8, a partir de los 50 aparece el reflejo de lo que somos de verdad y es, ante todo, un acto de resistencia, una manera de no rendirse ante el tiempo, sino de elevarse sobre él. Es describir la belleza diferente y alternativa. “Es un viaje hacia ser mejores seres humanos en todos los sentidos”, una manera de abrir un camino hacia la plenitud personal y social. Casi un desafío, una celebración de la vida para inspirar un cambio. Ese desafío se enriquece con cada año vivido, “si somos capaces de verlo y sentirlo”. Es una reivindicación. Y suele pasar desapercibida para una mirada no entrenada donde la autenticidad y naturalidad estén por encima de los cánones estéticos fugaces.
En esta etapa de la vida, donde se pasan los 50, no todo es perder, también hay ganancias, retos y desafíos que se descubren a medida que se cumplen años, y en esta fase se añade la sexualidad, que no tiene por qué extinguirse ni apagarse. “Este periodo es una oportunidad para redescubrirse de la mano de la sensualidad, el erotismo, la creatividad, para abrir caminos a nuevas sensaciones y emociones”.
Pedirle más a la vida es una rebelión
Y es que la sexualidad a esta edad se enfrenta a una medicalización excesiva más allá de la disminución de la libido en mujeres y disfunción eréctil en los hombres. Atreverse a pedir más a la vida es ya un desafío propio y ante la sociedad. Estos problemas afectan la salud mental, las relaciones sociales y amorosas, la autoestima incluso. Abordar esos miedos son temor ni vergüenza es el gran paso para redescubrirse en esta etapa. Y es que el instinto continúa hasta el final de la vida. Y hay que darle una salida digna.
“En la vejez el sexo es de una intensidad como no podías imaginar cuando eras joven. Una intensidad que vibra en otras dimensiones y energías, algo más espiritual”.
Una actitud positiva en esta nueva etapa puede alargar hasta 7 años la vida.
Es un nuevo camino, diferente al conocido, pero no menos placentero o satisfactorio. “La vejez constituye un tiempo para disfrutar del placer, sin prisas, sin exigencias, con la libertad de ser uno mismo, y de sumergirse en nuevas sensaciones, cuando ya no se tiene que demostrar nada, no hay explicaciones que dar, aceptando los cambios de nuestro cuerpo y redefiniendo la sexualidad“.
Carmen Núñez Cuenca reconoce la gran necesidad que se tiene en este momento de la vida de ser amados, tocados, acariciados, sentidos, sin temores, sin inseguridades. La fuerza sexual en este momento es potencia serena. La precisión y la técnica cobran mayor relevancia, y es que la potencia no es necesaria para la sensualidad. “La energía de la juventud es ahora una llama serena y constante. Es un nuevo despertar, ya que el deseo sigue intacto, con otro ritmo y otro tono, pero igual de vital para la salud”.
En el capítulo 11 destaca el placer del erotismo, fundamental en cada etapa de la vida, esa chispa que nos hace sentirnos vivos, pequeños gestos que forman parte de la vida y encienden el corazón, un erotismo que da excitación a la vida. Junto con la fantasía, el deseo, la intimidad, el juego, el placer, la excitación, emociones todas que nos ayudan a mantener más allá de los 50 una vida plena, sensual y sexual.
“La sensualidad ayuda a conectarnos con lo mejor de la vida, y nos hace deleitarnos con cualquier experiencia cotidiana de manera intensa y apasionada”, a lo que añade como ésta fortalece nuestro sistema inmune, y es que un cuerpo que disfruta y se siente pleno es un cuerpo que se protege y se sana así mismo.
La sensualidad es un aspecto fundamental de la humanidad. Es la capacidad de conectar con nuestros sentidos, de apreciar la belleza en todas sus formas y de experimentar el placer en su máxima expresión. Cada persona tiene derecho a explorar su sensualidad. Y es que en la sociedad en la que vivimos cultivar la sensualidad es un acto de rebeldía. “Estamos celebrando la vida, reconociendo la importancia de los sentidos, de las emociones y de las conexiones humanas”, un recorrido personal diferente para cada persona. Y es el camino que debemos recorrer.
mayo2025@womanpenelope